Presentación

Con este blog pretendo mostrar a los lectores las soluciones que -a mi parecer- aporta el cristianismo a los problemas y retos sociales actuales. He querido denominar SOCIALCRISTIANISMO al conjunto de soluciones concretas que aquí se van a proponer, para diferenciarlas de otras propuestas que también puedan inspirarse en el cristianismo. Pero quiero aclarar desde el principio que no se trata de un "socialismo cristiano", sino un "cristianismo social".
Como propuesta política que és, debe comenzar por regenerar la corrompida democracia occidental; y empezar por describir el marco político que debe regir una auténtica democracia.

31 de enero de 2011

¿Qué tipo de política es la cristiana?

Muchos consideramos que  la concepción social cristiana ofrece un abanico de soluciones concretas entre las que los católicos –y no católicos- podrán elegir en cada momento las más adecuadas a las circunstancias. Por lo tanto, ningún partido ni institución puede pretender detentar u ofrecer la única o mejor solución cristiana a un problema. Incluso dentro de la concepción social cristiana se debe respetar el necesario pluralismo. En precisamente por esto, por lo que estas propuestas confesionales son plenamente compatibles con un sistema democrático: porque son también en sí mismas plurales en muchas de sus posturas. La única excepción son los principios cristianos irrenunciables (que de hecho también están proclamados como Derechos Humanos): respeto a la vida, a la familia y a la libertad religiosa y educativa de los hijos.
Tradicionalmente se ha considerado que la política de izquierdas es incompatible con los ideales religiosos en general y los cristianos muy en particular. Por supuesto, esto es cierto siempre que la ideología impida la libertad religiosa y contradiga los postulados cristianos. Por otra parte, generalmente se considera que la política de centro o derecha es compatible con los postulados religiosos; y, salvo los regímenes fanáticos como el nazismo o el fascismo, esa libertad suele ser real. Pero una cosa es que las ideologías políticas de derecha permitan los planteamientos cristianos y otra, muy distinta, es que los asuma. De hecho, en la realidad occidental, los gobiernos de derechas mantienen posturas abiertamente opuestas al cristianismo, como pueden ser el aborto, la eutanasia, la deconstrucción de la familia, etc.
En la práctica, la concepción social cristiana es un conjunto de planteamientos dirigidos a priorizar la dignidad humana y la justicia social, que tienen aplicación transversal y que pueden tener cabida –o ser atacados- desde cualquier régimen; o, dentro de un régimen concreto, pueden ser seguidos en unos aspectos y atacados en otros. Esto es lo que ocurre en la mayoría de los países occidentales, con independencia de la ideología “teórica” de sus gobernantes: en todo lo referente a la moral, se oponen a los planteamientos cristianos; y en lo referente a la justicia social, suelen dejarse llevar por los grupos de poder, ya sean mediáticos, financieros o asociativo-sindicales. Así las cosas, en cuestiones concretas, cualquiera de ellos puede acertar –por supuesto, sin pretenderlo- con la solución cristiana.
Por tanto, el SOCIALCRISTIANISMO que se irá exponiendo en este blog, constituye la propuesta concreta de un católico para aplicar la concepción antropológica y social cristiana  -con todas sus consecuencias- a la sociedad occidental; empezando por regenerar la vida política. Más en concreto, me centraré en la política española, que es la que directamente me atañe.
¡Una auténtica revolución!

Nos hemos alejado de nuestras raíces cristianas

En Occidente nos hemos ido alejando paulatinamente de nuestras raíces cristianas, hasta el punto de que ya nos cuesta incluso advertirlo.
Circula por Internet la oración con la que el religioso Joe  Wright abrió las sesiones del Senado de Kansas; y que causó malestar entre algunos de los presentes. Me parece interesante reproducir sus denuncias, ya que ponen de manifiesto lo mucho que nos hemos alejado de nuestras raíces cristianas y cómo hemos tratado de disimularlo:
  • Hemos explotado al pobre, y hemos llamado a eso "suerte".
  • Hemos recompensado la pereza, y la hemos llamado "ayuda social".
  • Hemos matado a nuestros hijos que aún no han nacido, y lo hemos llamado "la libre elección".
  • Hemos abatido a nuestros condenados, y lo hemos llamado "justicia".
  • Hemos sido negligentes al corregir a nuestros hijos, y hemos llamado a eso "desarrollar su autoestima".
  • Hemos abusado del poder, y hemos llamado a eso "política".
  • Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino, y a eso lo hemos llamado "tener ambición".
  • Hemos contaminado las ondas de radio y televisión con mucha grosería y pornografía, y lo hemos llamado "libertad de expresión".
  • Hemos ridiculizado los valores establecidos desde hace mucho tiempo por nuestros ancestros, y a esto lo hemos llamado "obsoleto y pasado".
 A los políticos que escucharon estos reproches no les sentó nada bien y algunos abandonaron el recinto...; porque no es políticamente correcto llamar a las cosas por su verdadero nombre.

30 de enero de 2011

¿Es posible hacer hoy una propuesta política confesional?

La respuesta a esta pregunta debe ser claramente afirmativa. Si un colectivo de creyentes considera que su credo contiene -además de los dogmas religiosos y normas morales- las mejores soluciones para los problemas políticos y sociales, como ocurre con la concepción social cristiana, es lógico –y obligado- que ese colectivo proponga dichas soluciones.
Por supuesto, sólo serán trasladables al ámbito de la política aquellas propuestas que constituyan soluciones a cuestiones sociales, económicas y políticas, manteniéndose en el ámbito de la religión las cuestiones dogmáticas y morales. Pero no se deben descartar de plano las propuestas que, dentro del ámbito de la moral, contribuyan a una mejor consecución del bien común.
Existe en la actualidad una tendencia excesivamente marcada a no regular las opciones morales, ni siquiera cuando afectan al resto de la sociedad; pero, simultáneamente, se regulan en exceso opciones no morales, cuya influencia social es mucho menor. Por ejemplo, se regula minuciosamente el consumo de tabaco; pero se permite la promiscuidad sexual de los menores o la exhibición pública de pornografía.
Por lo tanto, cuando la promoción de una opción moral evite distorsiones sociales, será conveniente hacerlo. Por ejemplo, promover la fidelidad en las relaciones sexuales reducirá el contagio de enfermedades, por lo que es una propuesta moral con repercusión social y debe ser promovida. Evidentemente, una cosa es promoverla y otra imponerla: sólo pueden imponerse aquellas reglas morales que eviten actuaciones perjudiciales para la sociedad. Por ejemplo: conducir bajo los efectos del alcohol es moralmente reprobable; pero también puede tipificarse como delito, ya que esta conducta atenta contra la seguridad vial de los demás.
Consecuentemente, sería legítima la salida a la palestra política de un partido confesional católico, que tratase de llevar a la práctica la concepción social cristiana en los términos antes expuestos. Por supuesto, el Socialcristianismo no pretendería constituir a la Iglesia Católica –ni a sus representantes- en instancia de referencia política (aunque sea referencia moral para sus seguidores); ni se pretendería la instauración de un régimen teocrático que convierta las normas religiosas en regla civil. Simplemente, quiere trasladar al ámbito político-social aquellas propuestas cristianas que redundan en el bien común.