Presentación

Con este blog pretendo mostrar a los lectores las soluciones que -a mi parecer- aporta el cristianismo a los problemas y retos sociales actuales. He querido denominar SOCIALCRISTIANISMO al conjunto de soluciones concretas que aquí se van a proponer, para diferenciarlas de otras propuestas que también puedan inspirarse en el cristianismo. Pero quiero aclarar desde el principio que no se trata de un "socialismo cristiano", sino un "cristianismo social".
Como propuesta política que és, debe comenzar por regenerar la corrompida democracia occidental; y empezar por describir el marco político que debe regir una auténtica democracia.

4 de marzo de 2011

Los principios en la política

La acción política debe basarse en los principios de cada formación, y no en los oportunismos de las encuestas. Esto significa que cada problema concreto se afrontará a la luz de los propios principios plasmados en el programan electoral, que es lo que votan los electores; y no pensando en si cada medida nos reportará los apoyos que esperamos o si una medida impopular aunque necesaria nos restará votos. En la acción política se tiene que evitar la táctica habitual de confrontación y división del contrario; y se debe sustituir por un auténtico servicio público en busca del bien común. En su caso, se ejercerá una oposición leal, pensando más en servir a la población con nuestras ini­ciativas y críticas que en derribar al gobierno para sustituirlo.
Siempre se debe tener en cuenta que el bien común está por encima incluso del consenso: el interés por la paz política no puede llevarnos al error. Esto es porque el consenso, instrumento básico del sistema democrático, no puede establecer los principios éticos, sino que debe limitarse a encontrar la mejor manera de aplicarlos; estos principios no se votan, sino que se reconocen por todos los ciudadanos de bien, porque existen por encima de la voluntad popular y son el marco que pone los límites a la acción política, habitualmente recogido en la Constitución de cada país.
Estos límites nos prohiben -incluso desde el punto de vista de los votantes-,  optar por un mal menor, cuando es posible elegir un bien -aunque sea éste pequeño y remoto- o incluso se puede eludir la acción.

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