Presentación

Con este blog pretendo mostrar a los lectores las soluciones que -a mi parecer- aporta el cristianismo a los problemas y retos sociales actuales. He querido denominar SOCIALCRISTIANISMO al conjunto de soluciones concretas que aquí se van a proponer, para diferenciarlas de otras propuestas que también puedan inspirarse en el cristianismo. Pero quiero aclarar desde el principio que no se trata de un "socialismo cristiano", sino un "cristianismo social".
Como propuesta política que és, debe comenzar por regenerar la corrompida democracia occidental; y empezar por describir el marco político que debe regir una auténtica democracia.

5 de marzo de 2011

Cooperativismo ciudadano

El principio de subsidiariedad de la acción del Estado nos lleva a fomentar la iniciativa privada en todo aquello que sea posible acometer directamente por los ciudadanos. Y cuando la tarea sea excesiva para un particular, hay que fomentar el asociacionismo. en concreto cuando se trate de iniciativas económicas o empresariales, se debe facilitar la formación de sociedades cooperativas, en las que la propiedad está mayoritariamente en manos del capital humano. Ya existen varios tipos de cooperativas: laborales, agrarias, de viviendas, de centros de enseñanza; pero en necesario fomentarlas más y extenderlas a todos los sectores sociales, en especial a aquéllos que están más desatendidos.
Por ejemplo, cuando una cooperativa de padres promueve un centro escolar, elige al profesorado y establece el ideario a seguir y el estilo académico a implantar, se está llevando a la práctica el derecho a la propia educación, a la libre enseñanza y a la elección del ideario; y además ésto se logra al menor coste posible.
Lo mismo puede decirse de las cooperativas de promoción de viviendas, que deberían tener acceso más fácil a la protección pública y al suelo público; cooperativas de crédito, de compras, de servicios, sanitarias, mutuas de seguros, etc...
Cuando en una empresa la propiedad y la fuerza laboral coinciden, los ajustes a los ciclos económicos son más flexibles, porque se tiene confianza en "el patrón"; se elimina toda conflictividad laboral y la práctica totalidad del beneficio redunda en remuneración al factor trabajo.
En una sociedad libre debidamente organizada, la función del Estado queda muy reducida; y se eliminan los riesgos de proteccionismo totalizante y opresivo que están aflorando en el Occidente democrático.

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