Presentación

Con este blog pretendo mostrar a los lectores las soluciones que -a mi parecer- aporta el cristianismo a los problemas y retos sociales actuales. He querido denominar SOCIALCRISTIANISMO al conjunto de soluciones concretas que aquí se van a proponer, para diferenciarlas de otras propuestas que también puedan inspirarse en el cristianismo. Pero quiero aclarar desde el principio que no se trata de un "socialismo cristiano", sino un "cristianismo social".
Como propuesta política que és, debe comenzar por regenerar la corrompida democracia occidental; y empezar por describir el marco político que debe regir una auténtica democracia.

13 de febrero de 2011

El feminismo radical.


El peor aspecto de la ideología de género es la “lucha de sexos”, que el feminismo radical pretende implantar; y que sería el sustituto de la "lucha de clases" comunista que tanto fascinó a los intelectuales del siglo XX. Y, como ocurrió con la ideología comunista, el objetivo de la confrontación de sexos es incluso más importante que el propio bien de dichos sexos: hombre y mujer han de estar en lucha, aunque esto les destruya. Este feminismo es tan radical que se le podría llamar “feminazi”. Sí, ya sé que es una palabra muy fuerte; pero luego explicaré por qué creo que le cuadra perfectamente este adjetivo.
El feminismo en sí no es bueno ni malo: lo podríamos definir como el esfuerzo de las mujeres para que se les reconozca su dignidad, sus capacidades y las limitaciones a que les somete su condición de procreadoras. En la medida en que estos objetivos coincidan con la verdad, son positivos; ya que el descubrimiento de la verdad es siempre algo bueno.
Por todo lo anterior, me atrevo a afirmar que hay dos tipos de mujeres activistas:
Las feministas, que son aquéllas que pretenden engrandecer la figura de la mujer; lograr que puedan realizarse en plenitud en el mundo actual; reconociendo la dignidad que tienen -igual a la del varón, pero con diversidad de funciones-. Las feministas quieren una mujer muy femenina, madre, esposa, trabajadora, intelectual, artista y capaz de dar a la sociedad esa visión del mundo tan diferente de la del varón.
Las feminazis, que son las mujeres obsesionadas por una ideología que nada tiene de femenina y mucho tiene de odio al sexo contrario, al que pretenden suplantar. Estas mujeres quieren imponer a las demás mujeres sus propias actitudes anti-femeninas que sólo pretenden convertirlas en "varones sociales con anatomía hembra"; y que acabará destruyendo a toda mujer que se deje arrastrar por ellas.
¿Parece muy fuerte la distinción? Pues repasemos algunos hechos:
Las feministas radicales piensan que las mujeres que desean casarse y tener hijos han sido seducidas y engañadas por los hombres; mientras que las mujeres que no desean ese tipo de cosas se han liberado de tal engaño. Estas “mujeres libres” tratan de liberar a las demás mujeres —les guste o no— de sus deseos de familia y de maternidad. Esta revolucionaria ideología no logró la adhesión popular, por ser  opuesta a los sentimientos naturales de la mayoría de las mujeres, por lo que el feminismo radical adoptó la estrategia indirecta de conquistar instituciones como las universidades, los organismos estatales y –especialmente- las Naciones Unidas, en donde han logrado imponer su programa. Y, por supuesto, todo político occidental que se considere progresista las apoya sin darse cuenta de la intolerancia que esto supone hacia las auténticas mujeres feministas.
Gracias a estos apoyos, se imponen leyes discriminatorias y  degradantes. En España, la llamada ley de violencia de género discrimina manifiestamente al varón, sin tener en cuenta si en cada caso concreto éste es la parte fuerte o débil de la relación; y se le somete a la degradación de las llamadas “pulseras de control”, que no se utilizan con ningún otro delincuente aunque sea mucho más peligroso. ¿Os recuerda esto a las leyes nazis que consideraban a los judíos ciudadanos de segunda y les obligaban a identificarse con una estrella de David? Por supuesto, la violencia que las mujeres puedan ejercer en su propia familia escapa a esta rígida ley; incluso a cualquier ley, ya que el asesinato de su propio hijo en el seno materno está considerado un "derecho". Se otorgan así el derecho sobre la vida ajena, con la falacia de que el feto es parte de su cuerpo y pueden disponer de él a su antojo. Ni siquiera les preocupa que de este exterminio muchos hombres puedan hacer un lucrativo negocio: los abortorios legalizados. Todo vale con tal de que ellas puedan sacudirse a voluntad el yugo de la procreación. ¿Se parecen los abortorios a los campos de exterminio nazis? Por supuesto que no: en los abortorios no se quema a los fetos, sino que se les tira directamente a la basura o se les utiliza para la industria de la cosmética; además, en los abortorios legalizados ya se ha aplicado la “solución final” a muchos más niños que los 6 millones de judíos que asesinaron los nazis… y la cuenta sigue. Por supuesto, en ambos casos bajo leyes promulgadas legalmente.
El desprecio del varón llega a tal extremo, que se permiten ensalzar a la mujer que decide tener un hijo sin depender de aquél: y se inseminan artificialmente para traer al mundo niños “amputados de padre”; quizá con el propósito de extirpar de la infancia la perniciosa figura paterna. Realmente, con un buen banco de semen, el mundo podría perpetuarse exclusivamente con mujeres: ¿se les habrá ocurrido ya esta idea?
Y nuestros políticos, ocupados por sus intereses partidistas, apoyando toda esta barbarie sin ningún pudor, considerándose muy progresistas. Sin darse cuenta de que si la mujer es el alma de toda civilización, la feminazi es su cáncer.

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