Para que un sistema pueda tener la pretensión de democrático, es imprescindible que sus políticos sean auténticos demócratas; sin este requisito, es absolutamente imposible: ¿de qué nos sirve poder elegir libremente, si tenemos que elegir entre futuros tiranos o sinvergüenzas?
¿Qué es un político demócrata? Pues precisamente lo que dice su nombre: que pretende la demos-cracia (el gobierno del pueblo). Esto no es una simpleza: en la actualidad la mayoría de los políticos lo que pretenden es gobernar a su antojo una vez elegidos por el pueblo; lo que es diametralmente distinto.
Si se pretende gobernar autoritariamente por el mero hecho de haber sido elegidos, entonces estamos usurpando la Democracia y convirtiéndola en un sistema de dictaduras alternativas (normalmente entre dos partidos mayoritarios, inamovibles e insustituibles).
El político demócrata es más bien un gestor de la voluntad popular, que ha sido elegido por ser el que mejor la interpreta y la lleva a la práctica; y se supone que sabrá seguir interpretándola mientras dure su mandato, adaptándose tanto a las circunstancias cambiantes como a las propias variaciones de dicha voluntad popular.
Si aplicásemos este criterio en las actuales democracias occidentales, la mayoría de sus políticos se irían al paro...; y podríamos empezar a construir una auténtica Democracia.
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