La misma necesidad de democracia interna que se pide a los partidos políticos, se debería exigir del resto de las instituciones nacidas de la libertad de asociación popular o de la vida social.
Si los ciudadanos consienten que su comunidad de vecinos esté dirigida por un dictador -por muy eficaz que sea-, esos comuneros no sabrán actuar en política democráticamente, ni sabrán distinguir entre un político demócrata y un sátrapa.
La implantación de la auténtica Democracia o llega a las instituciones inferiores [Sindicatos, Colegios Profesionales, Asociaciones, etc...) o no se logrará nunca.
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