Presentación

Con este blog pretendo mostrar a los lectores las soluciones que -a mi parecer- aporta el cristianismo a los problemas y retos sociales actuales. He querido denominar SOCIALCRISTIANISMO al conjunto de soluciones concretas que aquí se van a proponer, para diferenciarlas de otras propuestas que también puedan inspirarse en el cristianismo. Pero quiero aclarar desde el principio que no se trata de un "socialismo cristiano", sino un "cristianismo social".
Como propuesta política que és, debe comenzar por regenerar la corrompida democracia occidental; y empezar por describir el marco político que debe regir una auténtica democracia.

11 de febrero de 2011

La sombra del nazismo


Por supuesto, el régimen nazi está reprobado por todos los actores sociales –excepto los propios neonazis, claro-, ya que ven en él la antítesis no sólo de la Democracia, sino de cualquier atisbo de civilización social.
Entonces, ¿por qué estamos reproduciendo algunas de sus características? No quiero escandalizar con esta pregunta; pero creo sinceramente que se están produciendo conductas muy similares a las que llevaron a aquella barbarie, salvando –por ahora- las distancias.
Efectivamente, el nazismo se desarrolló y alcanzó el poder en una sociedad que bien podemos considerar como la más culta y avanzada científica y empresarialmente de occidente. ¿Cuál fue la excusa para aquella asombrosa deriva social? Siempre se nos ha explicado que las causas fueron dos: la derrota que sufrieron los alemanes en 1918, y la crisis económica sin precedentes que estalló en 1929 y que dejó en el paro a un alto porcentaje de la sociedad. Si esos fueron los detonantes, entonces deberíamos echarnos a temblar, porque esos antecedentes pueden estar produciéndose en la actualidad. En concreto, en España también un sector sufrió una derrota humillante (que ahora se está reavivando con la famosa "memoria histórica”) y estamos viviendo la mayor crisis económica que haya conocido nunca el mundo (sí, mucho mayor que la de 1929) y el mayor porcentaje de desempleo de nuestra historia.
Si esto es así, deberíamos estar muy atentos a los síntomas de nuestra sociedad, para evitar que acabemos cayendo en la misma enfermedad social. Empezaremos por  tratar de responder a algunas preguntas:
1ª.- ¿Cómo se pudo presentar como legítimo lo que evidentemente era ilegítimo? Si nadie se queja, si todos mantienen silencio, entonces cualquier conducta se legitima.
2ª.- ¿Cómo se pudo culpar a un grupo -los judíos- de todos los males? Porque nada une más a la mayoría, que una minoría a la que atacar. Esto lo aprendimos todos ya desde el colegio…
3ª.- ¿Cómo se pudo uniformar de tal manera la opinión pública?  Con un control férreo de los medios de comunicación: sólo se puede decir lo políticamente correcto.
4ª.- ¿Cómo un líder muy mediocre y pésimo gobernante se pudo deificar? Porque muchos grupos -igual de mediocres- creyeron que podrían sacar provecho de la situación (aunque al final fuese la ruina de todos).
5ª.- ¿Cómo se pudo dejar todo el gobierno en manos de fanáticos? Porque el líder incapaz sólo puede rodearse de personajes peores que él mismo, especialmente si son fanáticos.
6ª.- ¿Cómo se pudo engañar a todos prometiéndoles la victoria final? Porque la huida hacia adelante es la única escapatoria cuando no se sabe poner otro remedio.
Una vez contestadas estas preguntas; y al descubrir las similitudes que se presentan con situaciones actuales en diferentes países, ¿no aparecen motivos de preocupación? Creo que no exagero si digo que gran parte de la civilización occidental actual –y España es el paradigma- comparte cuatro similitudes sospechosamente parecidas al nazismo:
Líderes sin carisma: los líderes occidentales no defienden una auténtica ideología política, sino que se limitan a manifestar la superioridad de unos sobre otros y tratar de obtener privilegios para los propios. Reclaman agravios y derechos, sin proponer nada a cambio.
El progresismo como doctrina única: si no eres políticamente correcto, si no secundas las propuestas de esos líderes sin carisma, si no aceptas sus dogmáticas afirmaciones nunca razonadas, entonces no mereces estar dentro del sistema. Porque el sistema  progre-tolerante lo admite todo menos que se le lleve la contraria. El tan cacareado pluralismo progresista sólo admite una opción. 
Dictadura del miedo. El miedo y la seguridad justifican cualquier violación de los derechos civiles y cualquier medida desproporcionada. Se empezó con la “guerra revancha” en Afganistán; después la “guerra preventiva” en Irak; y ahora se hace pasar por los desnuda-escáneres a todos los viajeros aéreos. Se quiere controlar a la sociedad occidental espiritualmente débil con amenazas terroríficas: cambio climático, epidemias diversas, terrorismo, crisis, reducción de pensiones... Una vez sembrado el miedo, la sociedad lo admitirá todo. Pero cualquier otra sociedad valiente -o que no tenga nada que perder- nos acabará dominando fácilmente.
Búsqueda de chivo expiatorio: La minoría culpable de todos los males de la sociedad son ahora los católicos, como para los nazis lo fueron los judíos. La diferencia es que el ataque a los judíos estaba totalmente injustificado y procedía de prejuicios infundados; pero el ataque a los católicos es la consecuencia lógica a la oposición que estos ejercen frente a quienes quieren “deconstruir” la civilización que nos ha traído a este grado de bienestar.
Sí, de una democracia corrompida, de un estado opresivo que todo lo regula, es fácil que nazca un totalitarismo fanático; sobre todo si beneficia a algunos.

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