Según la Declaración Universal de Derechos Humanos, la democracia es un derecho de todo pueblo, no sólo una aspiración loable. Los socialcristianos sólo tenemos que añadir que esa Democracia no puede ser una mera fachada, sino que el juego político tiene que permitir de hecho que los ciudadanos participen en el gobierno de su país.
Artículo 21
1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad,
a las funciones públicas de su país.
a las funciones públicas de su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente
que garantice la libertad del voto.
que garantice la libertad del voto.
Para que este derecho teórico se plasme en una auténtica primacía de la voluntad popular (y no en una pantomima interpretada por políticos con poco talante democrático, que la acaban convirtiendo en una partitocracia opresiva), será necesario que se den los requisitos que hemos expuesto en otras entradas etiquetadas como Democracia: que los partidos, los ciudadanos y las instituciones sean auténticamente democráticos y que todos ellos traten de dirigir su voluntad a la obtención del bien común, no de sus intereses partidistas.
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