Presentación

Con este blog pretendo mostrar a los lectores las soluciones que -a mi parecer- aporta el cristianismo a los problemas y retos sociales actuales. He querido denominar SOCIALCRISTIANISMO al conjunto de soluciones concretas que aquí se van a proponer, para diferenciarlas de otras propuestas que también puedan inspirarse en el cristianismo. Pero quiero aclarar desde el principio que no se trata de un "socialismo cristiano", sino un "cristianismo social".
Como propuesta política que és, debe comenzar por regenerar la corrompida democracia occidental; y empezar por describir el marco político que debe regir una auténtica democracia.

27 de febrero de 2011

La democracia como derecho


Según la Declaración Universal de Derechos Humanos, la democracia es un derecho de todo pueblo, no sólo una aspiración loable. Los socialcristianos sólo tenemos que añadir que esa Democracia no puede ser una mera fachada, sino que el juego político tiene que permitir de hecho que los ciudadanos participen en el gobierno de su país.
Artículo 21
1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad,
a las funciones públicas de su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente
que garantice la libertad del voto.
Para que este derecho teórico se plasme en una auténtica primacía de la voluntad popular (y no en una pantomima interpretada por políticos con poco talante democrático, que la acaban convirtiendo en una partitocracia opresiva), será necesario que se den los requisitos que hemos expuesto en otras entradas etiquetadas como Democracia: que los partidos, los ciudadanos y las instituciones sean auténticamente democráticos y que todos ellos traten de dirigir su voluntad a la obtención del bien común, no de sus intereses partidistas.

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