Presentación

Con este blog pretendo mostrar a los lectores las soluciones que -a mi parecer- aporta el cristianismo a los problemas y retos sociales actuales. He querido denominar SOCIALCRISTIANISMO al conjunto de soluciones concretas que aquí se van a proponer, para diferenciarlas de otras propuestas que también puedan inspirarse en el cristianismo. Pero quiero aclarar desde el principio que no se trata de un "socialismo cristiano", sino un "cristianismo social".
Como propuesta política que és, debe comenzar por regenerar la corrompida democracia occidental; y empezar por describir el marco político que debe regir una auténtica democracia.

16 de febrero de 2011

Objetivos del SOCIALCRISTIANISMO


El SOCIALCRISTIANISMO debe ser un planteamiento conservador y revolucionario a la vez:
Por una parte, conservará las instituciones fundamentales para el ser humano y su desarrollo social: vida, familia, matrimonio, patria potestad, justicia social, libertad, iniciativa y propiedad privadas…
Pero, por otra parte, tendrá que revolucionar las instituciones y estructuras que actualmente propician las injusticias sociales y la corrupción política (estructuras de pecado, las llama Benedicto XVI). Por ejemplo, en el campo económico propongo un sistema fiscal justo, la eliminación de la especulación inmobiliaria, el fomento del cooperativismo social y la implantación real del principio de subsidiariedad. Tendremos tiempo en otras entradas de ver todo esto con detenimiento.
Indudablemente, la característica principal del Socialcristianismo debe ser la solidaridad plena: buscar el máximo bien común, incluso cuando parezca que esto nos aleja de nuestro máximo interés. Pero hay que empezar por explicar lo que entendemos por el bien común, que no es el bien de la mayoría, sino lo que realmente supone el bien para la mayor parte de la sociedad. Esta confusión se da especialmente en sociedades en las que  la participación política es escasa y, por lo tanto, se puede alcanzar una mayoría parlamentaria con el respaldo de sólo un 20% ó  25% del electorado (y un porcentaje aún inferior de la población). En cualquier caso, es función de la mayoría elegir -y seguir- el camino que consideren mejor para lograr dicho bien común, pero teniendo en cuenta a la totalidad de la sociedad, no sólo a sus propios votantes.
También es importante no confundir el bien común con el interés general: el bien es lo que realmente mejorará la sociedad y la hará prosperar, aunque sea a largo plazo, mientras que el interés general –muchas veces fabricado artificialmente por el poder mediático- puede ser una mera moda pasajera o una preocupación temporal.
Habitualmente es la falta de ideales y valores de nuestros políticos lo que les hace actuar guiándose por el exclusivo interés de sus votantes y el público en general, ya que su  objetivo prioritario es mantenerse en el poder, mucho antes que lograr el bien común. Hoy, casi toda Europa está guiada por esta clase de políticos, lo que hace muy urgente que se incorporen al panorama político hombres con valores y peso específico, capaces de mantener sus ideales sin dejarse arrastrar por el absurdo progresismo imperante. En muchos de los países y regiones europeas, sobra tanta infecunda lucha de partidos y hace falta la firme determinación de sustituirla por una auténtica solidaridad nacional no fanática, basada en ideales y objetivos concretos.

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